¿Ángeles andinos?
Lukas Garcés

En la gran mayoría de las culturas se encuentran representaciones de seres alados. La variedad y cantidad de imágenes es sorprendente. Al abrir el libro “Angels” de Peter Lamborn Wilson el espectador se topa con hombres-águila, doncellas aladas, seres asexuados cubiertos de plumas doradas, monstruos voladores, y otra cantidad de entidades flotantes. Los ejemplos que presenta el libro sugieren que en toda cultura existe la necesidad de establecer un nexo con un más allá. Para lo cual, han surgido los seres alados como respuesta. Es importante recalcar que no se trata de una figura que nace en un lugar determinado y después se extiende y transforma a través del espacio y el tiempo. Se trata de un arquetipo. Es decir, un elemento que hace parte de la experiencia humana común a todos los seres humanos, y por tanto aparece de manera espontánea en todas las culturas. (Wilson 111)

 

“Ángel sosteniendo una rama de olivo, emblema de paz divina”, fragmento de un tríptico portátil, pintado alrededor de 1475-1480 en Brujas, por Hans Memling. Localizado hoy en Wallace Collections de Londres

“Venus, Sátiro y Cupido”, pintado alrededor de 1525, por Antonio Allegri (1489?-1534).

“Venus, Sátiro y Cupido”, pintado alrededor de 1525, por Antonio Allegri (1489?-1534).

 


Wilson agrupa las diversas entidades aladas de su libro bajo el término “ángeles”. Palabra derivada del griego angelos, que a su vez ha sido traducida de la hebrea malakh, la cual significa “el enviado”. En el diálogo platónico el Fedro dice que si bien los dioses y las almas de los hombres poseen alas, el ser alado por excelencia ha de ser el ángel, pues, no se trata de un ser humano ni tampoco de un dios sino de un intermediario, un mensajero, entre los dos. Para Wilson las entidades reunidas en su libro son habitantes de un mundo intermedio que juegan el rol de mediadores entre los hombres y los dioses. (Wilson 12) Cuando Wilson utiliza la palabra ángel no tiene en mente únicamente la figura del hermoso ser alado que reconoce hoy día occidente. Por eso el halcón Koakiti, quien preside sobre el tabaco y se le aparece al shaman Campu del este del Perú en forma de hombre alado con el tabaco como ofrenda (sustancia que le permitirá comunicación con el mundo del espíritu), cabe dentro de su amplia idea del ángel. (Wilson 16)


Las religiones que nacen en el medio oriente comparten un mismo sustrato mitológico. Los ángeles tal cual los conoce occidente hoy no son legado exclusivo del cristianismo. Por el imaginario cristiano, judaico, e islámico se pasean muchos de los mismos ángeles. Un ejemplo entre mucho es el del ángel Gabriel quien se comunica con el profeta Maoma y anuncia a la Virgen María su inmaculada concepción. Estas tres religiones han sido influenciadas en gran parte por textos apócrifos; es decir, textos cuyo autor se desconoce, y por tanto no gozan de la misma autoridad que los canónicos. Sin embargo ocurre que, por más que una institución intente administrar una mitología sobre la cual ella misma está establecida, tratando de demarcar sus verdades y sus mentiras, es imposible controlar el camino que ella toma en la imaginación de los creyentes.
En el cristianismo el caso de los ángeles es parecido al de la Virgen Maria. Existe muy poco material en el Nuevo Testamento como para justificar un culto que ha tomado semejantes proporciones.(Wilson 23) Desde sus primeros días la Iglesia ha luchado contra la angelolatría. A través de los años su posición ha fluctuado sin cesar: San Pablo maldijo “el culto a los ángeles en que algunos entran de manera ciega conducidos por sus mentes meramente humanas.”(Wilson 23) San Agustín se opone a que dediquen iglesias a los ángeles, para evitar confusiones entre su poder y el de Cristo. (Pommier 63)Después, “en el Concilio del año 745 en Roma y el de 789 en Aquisgrán se rechaza el uso de nombres de ángeles, salvo de aquellos citados en la Biblia: Miguel, Gabriel, y Rafael”; (Mesa 43) decisión que luego reafirma la Iglesia en la segunda mitad del siglo XVI. (Pommier 69) A pesar de las restricciones impuestas por la iglesia la, discusión, reflexión, y producción en torno a los ángeles continúa durante la edad media y concluye con “los sermones teológicos del siglo XIII y la Divina Comedia.” Los cuales marcan, para Edouard Pommier “la elaboración doctrinal y poética de la cultura medieval en materia de angelología.” Según el especialista, los años posteriores no aportan innovaciones fundamentales en materia de ángeles. (Pommier 67)

. “San Francisco recibiendo las estigmatas”, por Giotto di Bondone (hacia 1267-1337


En cuanto a los ángeles nada está claro. Las fuentes y teorías son múltiples y variadas. A pesar de las restricciones de las diversas iglesias, la materia angelical se ha propagado y transformado a su querer. En las montañas de los Andes, a finales del siglo XVII y principios de XVIII, bajo un imperio cuidadosamente operado por España y la Iglesia católica aparece la reproducción de unos de ángeles muy particulares. No se entiende cómo las instituciones del poder permitieron su reproducción. Uriel, Zabriel, Letiel, y Alamiel “corresponden a los ángeles corruptos citados en los capítulos VI y VII del Libro de los ángeles de Enoch” (texto apócrifo). A pesar de ello, estos ángeles han habitado la iglesia de Calamarca (Bolivia) hasta el día hoy. Teniendo en cuenta el cuidado con que la Iglesia llevó a cabo su empresa evangelizadora en América, y las restricciones que impuso a lo largo de la historia en materia de ángeles, uno se pregunta: ¿cómo es posible que se permitiera la producción de estos ángeles?

. “Visión de San Pedro Nolasco”, 1629, por Zurbarán

 


La empresa evangelizadora en América no sólo se llevo acabo a punta de fuerza. La imposición del catolicismo fue también sutil, premeditada y discutida. Los franciscanos y dominicanos estaban por la erradicación los cultos indígenas, mientras que los agustinos y los jesuitas “se esforzaban por conciliar las viejas creencias con el cristianismo.” (Gisbert 193) Los españoles eran concientes del problema que representaba la reproducción de imágenes que poseyeran elementos que pudieran ser interpretados por los indígenas a partir de su cultura. Por ejemplo: en el año 1661, en su libro Tesoros Verdaderos de las Indias, el dominico Meléndez prohíbe “pintar el sol, la luna y las estrellas, no solamente en las iglesias sino por doquier, en lugares públicos o privado, con el fin de impedir un posible regreso a sus antiguos errores y absurdos.” Por otro lado, había quienes, como los jesuitas, no compartían con una visión purista de la religión. Para ellos la fuerza religiosa del Viejo Mundo debía unirse –y por ende purificarse- con la del Nuevo. Decían “que la verdadera fe había sido precedida por una revelación de Dios a todos los hombres.” Por eso se “se pronunciaron a favor del respeto a los antiguos templos, considerando que en vez de destruirlos, se los debía utilizar para construir por encima sus iglesias.” (Mesa 187)
A partir del Concilio de Trento de 1545, la orden jesuita estuvo a la vanguardia del proyecto evangelizador establecido para luchar contra el protestantismo. Era ante todo una labor proselitista. Una de las estrategias del plan fue la divulgación de medios audiovisuales que representaran la vida de cristo y los santos de la iglesia. Esto, con el propósito de despertar el fervor de los creyentes y su deseo de imitar a los grandes hombres de la Iglesia. A principios del siglo XVI los jesuitas juegan un papel crucial en la legitimación del culto al ángel guardián, pues era considerado por ellos como “un medio poderoso para estimular la piedad y facilitar la enseñanza de la fe y de la moral.” Pommier nos informa que además “la publicación de en 1621 de una de la últimas síntesis doctrínales sobre los ángeles” se debe a un Jesuita de apellido Suarez. (Pommier 71)

“Ángel guardián protegiendo a un niño de ser raptado por el demonio”, hacia 1615-1618, por Domenico Fetti (1588/1589- 1623).


Ángel de la Guarda de Iglesia de Calamarca, anónimo (Siglo XVII)

Teniendo en cuenta tanto la apertura en el pensamiento religioso jesuita como su ardor evangelizador, comienza a ser inteligible la presencia del éstos extraños ángeles andinos. En el libro apócrifo de Enoch, -“el cual no se sabe como llegó a América”- los ángeles corresponden a diversos fenómenos naturales:

Baradiel, príncipe del granizo; Baradiel, príncipe del rayo; Galgaliel, príncipe del sol; Kokbiel, príncipe de las estrellas; Laylahel, príncipe de la noche; Matariel, príncipe de la lluvia ; Ofaniel, príncipe de la luna; Raamiel, príncipe del trueno; Raaziel, príncipe de los terremotos; Rhatiel, príncipe de los planetas; Ruthiel, príncipe del viento; Salgiel, príncipe de la nieve; Samziel, príncipe de la luz del día; Zaamael, príncipe de la tempestad; Zaafiel, príncipe del huracán; Zawae, príncipe del torbellino; Ziquiel. príncipe de los cometas (Mesa Gisbert 49)

Para Teresa Gisbert “no hay ninguna duda” en cuanto al objetivo de la producción de estos ángeles: “reemplazar la adoración a las estrellas celestes por la veneración a los ángeles;” únicos elementos de la iconografía cristiana que están relacionados con los fenómenos celestes. (Gisbert 195) Veáse Glosario de Angeles


Con el propósito de comprender un poco más a fondo el fenómeno de los ángeles andinos, cabe preguntarse: 1. ¿Qué necesidad o deseo mueve a los indígenas a participar en la producción y proliferación de los ángeles? ¿Qué tipos de resultados -se presume que positivos- condujeron a que no se suprimiera su producción? Y si fueron negativos ¿Por qué los españoles no lo suprimieron? 2. ¿Por qué y cómo es el proceso de apropiación de los ángeles de parte de los indígenas posible, y tan particular, considerando el carácter y representación europea que se les da?
El valor arquetípico de la figura alada sirve como primer argumento para explicar, en cierta medida, la fuerza con que un ángel puede obrar en el imaginario indígena. No sabemos exactamente cuantas ni que tipo figuras aladas hacían parte de su cosmogonía. Sin embargo, es curioso que además de los ángeles andinos “los jardines celestiales poblados de aves” sean considerados por Teresa Gisbert como un elemento indígena clave en la pintura colonial. Observación que corrobora el papel tan importante que juega la naturaleza alada en el imaginario de los indios andinos. (Gisbert, 197)


“En 1750, durante una insurrección fallida, indígenas vestidos de ángeles se alzaron en armas aprovechando las festividades” y “en el cuadro La procesión del Corpus Cristi se observa un grupo de indígenas vestidos de ángeles. (Gisbert 51) Estos dos datos procurados por Gisbert hacen dudar, desde el punto de los españoles sobre el efecto positivo de la angelología en los indios. En Bolivia hoy, la danza llamada Chatripulis asì como La diablada boliviana son testigos de la estrecha relación que existe entre la cultura indígena y los ángeles. Es extraño como los indios se apropian de los ángeles en sus ritos así como en el caso de insurrección. Pareciera que los concibieran de una manera muy diferente que los españoles, quienes los perciben como entidades independientes. Para los indígenas los ángeles parecen ser como espíritus que pueden ser invocados bajo determinadas prácticas. Es importante agregar la relación que existe entre los ángeles y el demonio, punto que pudo tener gran efecto en el imaginario indígena. Lucifer, Satanás, fue un ángel de dios. La imaginación indígena actúa de una manera absolutamente diferente a la cristiana. En las culturas indígenas de Norte América por ejemplo, quien tiene la visión de un tipo de espíritu alado queda convierte en un tipo de trickster, un ser travieso que parece hacerlo todo al revés. A éste se le da el nombre de hayoka y se le considera un profeta o ser sagrado. (Wilson 16) Además, en unas de las versiones del ángel de la guarda, se dice que cada ser humano está acompañado por un ángel bueno y otro malo. Vemos aquí una cantidad de material que se debe tener en cuenta cuando se reflexiona acerca de un fenómeno tan interesante y tan ligeramente investigado.

Ángeles Andinos

Los ángeles andinos “aparecen hacia 1660, en un territorio que se extiende del norte del Perú al norte de Argentina, siendo la Paz y Cuzco los centros de difusión.” (Gisbert 41) La mayoría de los ángeles parecen haber sido pintados no como cuadros independientes sino como partes de series; así como solía hacerse con los santos. Hoy en día muchas de las series se encuentran incompletas. No obstante, a partir de 1980 un inusitado despertar en el interés por los ángeles andinos ha conllevado al descubrimiento de nuevas series. La representación de los ángeles varía significativamente con relación a cada una de ellas. Existen cualidades comunes a las cuales debemos atenernos cuando se trata de estudiar el fenómeno en su amplitud. Sin embargo, la apreciación estética requiere de una mirada que se concentre en lo individual.
Aunque es una cualidad central en el caso de los ángeles andinos, la presencia aislada del ángel en un cuadro no es un fenómeno exclusivo de los éstos. En la edad media no se representaba a los ángeles de forma aislada, pero en el Renacimiento se comienzan a pintar individualmente. Práctica que se extiende hasta el barroco. Además, la representación individual de los ángeles parece haber surgido en España antes que en el Nuevo Mundo. En la confección de los ángeles andinos la influencia española es importante. Sobre todo “la escuela sevillana de pintura, en especial en lo que se refiere a Zurbarán y sus discípulos contribuyó…de forma importante en la iconografía de los ángeles.” (Gisbert 41)

Gabriel Dei, “ángel arcabucero” de la Iglesia de Calamarca, anónimo (siglo XVII)

Laeiel Dei, “ángel arcabucero” de la Iglesia de Calamarca, anónimo (siglo XVII)

Asiel Timor Dei,“arcángel arcabucero” de colección particular, anónimo (Siglo XVIII)

Ángel Virtud (Jerarquía), Seguidor de Bartolomé Román,
colección privada (Siglo XVII


Hasta ahora se ha hablado de los ángeles en general, del papel que han jugado en la historia de la iglesia, y de su aparición en el mundo andino. Sin embargo no se han presentado las pinturas de los ángeles de una manera organizada. Inclusive, no se ha siquiera escrito sobre la particuridad de las pinturas en cuanto a su ejecución, ni de la historia de la pintura de los ángeles. Debido a que esto hace parte de una labor bastante mecánica aunque esencial para comprender la materia, ello será tratado en breve en un trabajo anexo.
Finalizo este ensayo con una pregunta abierta: Aunque los críticos hablen de ángeles representativos del arte colonial y de un componente indígena o mestizo en ellos (punto, a mi parecer controvertible), ¿cómo es posible que los indios logren identificarse con figuras que reflejan una imagen, a mi parecer, puramente europea, antropomórfica, y asexuada?